En su carta venía un tesoro. Los recuerdos de otros días, cuando podía contemplar en el rostro amado esa alegría y belleza propias de la juventud...
Concentró la mirada, desde la inmensidad del baile de las olas, a la grafía menuda y grácil de Esperanza... con cada sílaba, sentía rejuvenecido el corazón, sentía la tibia presencia de ella con tanto realismo, que hasta con miedo leía al borde de la página, para no perder su figura...
Sentado en la popa del navío, detuvo su lectura obligado por el brusco movimiento de la mar. Su gris mirada se detuvo en un punto distante, meditando las palabras de Esperanza, imaginando esa tibia mano moviéndose en perfecta armonía con la pluma, oyendo los acompasados sonidos de ese amado corazón... cerró los ojos para hacerse parte del cuadro, pero los demás pasajeros lo trajeron de vuelta hasta la cubierta. Sacó su pipa, la cargó de tabaco con lentitud, casi con esmero, y tras una profunda respiración, se paseó a través de las aletas de babor y estribor. Los niños que corrían se quedaban mirando las figuras que dejaba el humo, dando unos gritos que por momentos alejaban a Esperanza de su lado. Mientras el cielo miraba amenazante.
Las horas se sucedieron, siguiendo el vaivén de la embarcación que acunaba en sus entrañas el secreto de este inmenso tesoro... hasta que al fin llegó la noche y la soledad que Moisés deseaba tanto. Aún con la cena a medio digerir, salió con paso juvenil hasta la cubierta. La oscuridad se hacía cómplice de sus intenciones, fijó la mirada en los pasamanos para tenerlos como referente, se plantó al centro de la cubierta, comenzó a tararear esa querida melodía y a mover manos y pies, en una danza dulcísima, anhelada y silente...
La mar cantó sus amores, aquellos más húmedos y fatales, mientras Moisés se abrazaba con su amada. Ningún pasajero lo vió, todos se ocultaron de la fría y horrible tormenta que se llevó consigo a aquel extraño anciano de pipa. Del tesoro, sólo quedó el recuerdo. Un recuerdo que tomó forma y carne en las olas vivas que vinieron al encuentro de esa llamada de amor. Porque al final, Moisés y Esperanza se hicieron uno en el cuerpo violento de la mar. Donde siempre quisieron vivir.
6 locuras ajenas:
Q lindo escribes mi vida , con la facilidad que creas cosas tan inmensamente hermosas
lastima k no te guste leer... se k viniste de intruso, y solo por esta ocasion...
:-(
Santo Cielos Marítimos! Está genial! Me gustó mucho... bueno, es como la idea de mi cuento del que se suicida, con la diferencia.. que se suicida xD...
Muy lindo, me gustó mucho
P.S.: Gracias por invitarme!
jaaaa graxs
no podia dejarte fuera amigo
imposible
saluditos
Pero mi vida reconozco que soy malo para leer, Pero eso no quita que escribas muy bello. un beso para ti
Jaaaa
sipo, si se k eres malo pa leer.
Y eso es una lastima.
:-)
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