VÉRTIGO

Te envidio. Secretamente, locamente, sin vuelta atrás, con la furia de una ola tempestuosa, la misma que sirvió de fondo para aquel beso tan apasionado que confirmó todas mis sospechas...

Te envidio. Porque te ves estupenda sin proponértelo, aunque trataste de caminar diferente tus pasos fueron siempre los de una mujer especial y única... esa elegancia te haría destacar aún si te pusieras harapos... sacrebleu...

Te envidio. Sólo pocas mujeres consiguen llenar el aire con su encanto, y son amadas con la devota obsesión que conseguiste para ti... con qué pasión te miraba él a cada instante, tratando de tocar tu alma, perdido en el espiral de locura que creaste en su corazón... dime cómo lo lograste!!!


Te envidio. Una historia como la que viviste es algo que quisiera contarle a mis nietos algún día... cómo te decidiste a interpretar ese papel, con todos los riesgos que conllevaba, quién te enseñó a simular tan exquisitos momentos de inconsciencia, quién te contó los secretos de la sequoia sempervirens...


Te re envidio. Acaso no notaste que con la misma paciencia e inquietante calma con que observabas aquel retrato o aquella tumba, así eras contemplada tú, cada momento con más deseo y desesperación, acaso no notaste cuando te salvó desde las turbulentas aguas que lo único que conseguiste fue llenar su sangre de tu aroma, una enfermedad maldita que sólo podía curarse con tu sobrevivencia... acaso no notaste cuando observó tu perfil en la penumbra que su voz ya no era la misma...

No sé si puedo envidiarte más... el único momento que perdiste tu omnipresencia fue cuando decidiste aceptar su amor desde tu oculta identidad, y cuando te dejaste llevar... sólo entonces se invirtieron los papeles y pasaste de contemplada a contempladora... esa fue tu única debilidad, y aún entonces te envidié, porque a pesar de todo tuviste una segunda oportunidad...

Podría contemplar tu historia de amor mil veces, ya no sé cuánto tiempo he permanecido en silencio viéndote, sé que aún me faltan muchas veces más, para lograr aprender tus secretas artes, para poder imitar a la perfección tu forma de mirar, para encarnar una Madeline que no anhele la muerte, sino que derroche vitalidad con la misma intensidad con que vivió su loca historia de amor...

Te envidio...