CONFESIONES

Sé perfectamente que, algún día, voy a volverme loca. Lo sé con total certeza, y me atemoriza saberlo. Hay días como hoy, en los que no puedo fijar bien mis ideas, en los que escucho mil voces llamándome, en los que siento que mi cabeza va a estallar. Ha habido días en los que he actuado tan extraño que no logro explicarme el porqué de mis movimientos; no obstante, en esos momentos he tenido una total conciencia de que mi mente se aleja de la cordura.

Me aterro a mí misma, me desconozco, me pregunto si habrá alguien capaz de rescatarme de la hecatombe, si será algo que me ahogue o si estaré encerrada en mi locura para siempre. Me pregunto quién pensará por mí, qué harán conmigo, cómo voy a seguir viviendo…

Desearía tanto saber el momento en que esta profecía se cumplirá para estar, al menos, preparada para ello. Quisiera despedirme de la cordura con dignidad, asumiendo mi nuevo estado con calma, conservando a mis buenas amistades y, ante todo, probándome a mí misma que al menos esto lo viviré con todas mis fuerzas. Aunque no desaparezca el miedo y espere vanamente que alguien venga a rescatarme.