OLVIDO

|

Y me propuse que, cuando llorase, nunca mirarme al espejo. Para no recordarme.
Para nunca verme así.

Y habría funcionado bien, de haber sido eso y solo eso lo que me propuse hacer.

Pero olvidé la loca costumbre esa, qué manera de delatar la tristeza. Irrisoria.

¿No sabes acaso que unos ojos tristes se destacan más cuando los maquillas?



LAS ARMAS LAS CARGA EL DIABLO

|

Tanto que lo advirtió, tanto que lo contó -entre broma y en serio- para que quien oyera supiera que esa circunstancia debía evitarse a toda costa...

Pero de la misma forma pasó, no hubo ni momento de evitarlo. Y ahora hay muerto más, un alma perdida, trabajo para las policías - abogados - funeraria...

Pues todo mundo sabe que las armas las carga el diablo. Y todas están embrujadas.

SUEÑICIDIO

|

El ángel del sueño vino a advertirla:
No lo busques más. No es acá donde se encuentra.

Pero fue demasiado tarde. Ya había saltado desde el andén, sin retorno, junto a sus ilusiones rotas.

Buscándolo, sin esperanzas. En pleno episodio de sonambulismo.

EL PELADERO

|

De pie, en plena calle, con la vista fija, latiendo por dentro y por fuera, como si recorriera decenios en segundos…

Su mente atropellada con recuerdos que revoloteaban, saltaban y volaban dentro suyo, creando historias nuevas en el medio de toda aquella confusión.

Su cuerpo inmóvil, sintiendo un dolor inconmensurable, contemplando el lugar más importante de su vida hecho pedazos, como un desterrado de alma que vuelve incontables veces sin poderlo evitar…

A donde ya no pertenecía. Pero donde se encontraba su corazón.

Y era tan extraño verlo contemplarlo aquel sitio eriazo, donde nada quedaba en pie. Pero no hacía daño a nadie. Qué más daba, ver un loco más. La mirada perdida, como tantos.